El día llegó, fue inevitable
estaba fríamente planeado
los utensilios preparados,
el cerillo, la hoja, el globo
al final el corazón.
Te miré por última vez
nuestros cuatro años
fueron una ráfaga
te pedí perdón por todo el mal
te odié por todas los llantos
que tendrías que saber que es por ti
por quien más he llorado.
He reclamado a la vida
por ponerte enfrente.
Grité por la frustración causada
He recordado tus acciones
esas que dices, que no fueron provocadas por ti.
Desee tu muerte.
Me provocaste arrancarte la vida.
El silencio.
Te quemaste lentamente,
tus cenizas caían.
Te cubrí lentamente y coloqué
(como en un buen funeral) unas rosas.
luego, até tu último recuerdo
al globo, me rehusé a soltarlo por un momento,
entendí que de cualquier manera,
aunque yo no te haya alejado,
estabas más lejos de lo que mis ojos podrían mirar.
Entonces, te solté.
Tardaste en irte.
Te contemplé.
Eras rojo.
Después, no logré divisarte.
Di la media vuelta, y
me fui.